6 de enero de 2024

Poema de Francisco Henriquez

 Pregunta 

En que bolsillo de mi alma

Guardaré tu ausencia?

En que mirada de la muchedumbre 

Encontraré la tuya?

Cuando el suelo me hable

Le preguntaré por tus huellas 

Si alguna vez caminaste por mi vida.?

Donde estará el espejo 

Que grabó tu sonrisa 

O el pintalabios rojo

Mensajero de los  besos.?

Donde están las estrellas 

Que vieron tu desvelo 

O la guitarra enferma de amor

En tu ventana 

Que Un trovador rasgaba 

Con dedos de profeta.?

Donde está el árbol viejo

Que sangraba los nombres

En corazones mal dibujados

Con uñas o pedazos de palo?

Donde estará tu voz que se mudó 

En mi oído para decir te quiero 

O quizás decir te extraño?

Donde está el aguacero 

Que dibujó tu cuerpo 

Dejando ver la luz de tus pezones?

Donde están tus gemidos, tú ya no aguanto, tú no te vayas, tú ven conmigo?

Ya nada existe. Sólo quedan preguntas 

Que se llevó la lluvia y viven como piedras en el fondo del Río.


Francisco Henriquez Rosa.

12 de diciembre de 2023


           Eugenio Moreno Heredia

Eugenio Moreno Heredia          (Cuenca, 1926—1997)          

Para cruzar el día,
cada mañana alzamos
la llama del amor en nuestra sangre
y amontonamos leño a leño
nuestra fragante carga de ternura;
flor a flor, hierba a hierba,
nuestro manojo de resignación
y de abeja en abeja
el humilde panal de la esperanza.
Para cruzar el día,
ahuyentamos las sombras con las manos,
como el ciego que hallamos en la esquina
con los brazos abiertos
dibuja palomas en el aire,
queriendo oír la voz de Dios entre los muros.

Para cruzar el día,
cada mañana tras oler el agua
nos lavamos la voz,
las manos,
las palabras,
y los ojos que vuelven
como dos barcos tristes
cargados de tinieblas
desde las frías islas de las sueños;
pequeña muerte en que yacemos vivos,
de costado y al borde de la nada:

Oh solitarios,
oh descolgados en el infinito;
el viento nos esparce
de bruces al olvido
entre espigas y harapos
ataúdes y mundos
y sin embargo en cada nuevo día,
humildemente,
amontonamos leño a leño
nuestra fragante carga de ternura,
flor a flor, hierba a hierba
juntamos contra el pecho
nuestro manojo de resignación
y vamos a la muerte
con los brazos tendidos abrazados la vida,
dibujando palomas de esperanza en el aire,
oyendo nuestros pasos al olvido.


Eugenio Moreno Heredia. Poeta, jurista y catedrático. Nació en Cuenca en 1926. En 1946, junto con varios intelectuales, creó la revista literaria y cultural Galería. Esta publicación es el antecedente de lo que después fue el grupo Elan, recordado por renovar la estética y temática de la poesía cuencana. En 1952 ganó el segundo premio de la Unión Internacional de Estudiantes (con sede en Praga) con Poemas de la paz. Baltra (1960) es su trabajo más célebre. También sobresalen Solo el hombre (1972) y Poemas para niños (1964), que lo transformó en uno de los escritores ecuatorianos de poesía infantil más destacados del siglo XX. Fue catedrático y subdecano de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Cuenca, además se desempeñó como ministro de la Corte Superior de Justicia y de la Corte Suprema de Justicia. Murió en Cuenca en 1997

4 de junio de 2023

Soledades

 


La soledad del ascensor 

Es como la soledad 

Del espejo 

Que te miras

Sin mirar a nadie.

La soledad de los cementerios 

Es una soled concurrida

Por la muerte.

La soledad de la lluvia 

Es húmeda 

Y llena de pasiones.

La soledad de la noche

La acompaña el sueño 

Y una Estrella que no duerme.

La soledad del amor 

Nos acompaña 

Cuando ya se ha ido.

La soledad de un beso

Se comparte 

Entre labios y lenguas.

La soledad del poeta

Está en el verso 

Que nunca ha escrito.

La soledad de la poesía 

Está en cada una 

De sus melancolías.

La soledad de la música 

Puede llegar hasta el cielo 

Con su sola melodía.

La soledad de ti

Soy yo 

con mis sorpresas.


-Francisco Henriquez Rosa.

Tertulia de Orlando 

2 de junio de 2023

Haikus

 Para  “La Maestrilla” 


Y tu sonrisa 

Ardiente y presurosa 

Como abeja en flor


Versos y besos 

A tu imagen florida 

Que me consume 


Quien es el dueño 

De la boca que veo?

Para robarla


Porque te pienso?

Sin saber que me piensas

Lejana imagen 


Me gusta el color 

Que tiene tu sonrisa 

Es un hechizo 


Estoy pensando 

Que pensaría tu boca 

Si llega el beso 


Leer tus ojos 

Cómo libro divino 

Iluminado 


Esos tus versos 

Cómo piedras de ríos 

Buscando el fondo 


Toma mis versos 

Cómo si fueran lunas

Alumbrándote 


-Francisco Henriquez Rosa


13 de mayo de 2023

Un poema de Elías Nandino

  


Silencio en poema

Para poder decirte lo que ansío
busco lo más sutil, lo más celeste,
lo que apenas se acerque al alba pura
de iniciar su existencia,
sin haber sido herido
ni por una mirada
ni tampoco por nadie imaginado.

El aroma del sueño,
la estela sin color que va quedando
cuando la nube avanza,
la oración que se eleva de la espuma
al nacer y morir,
la queja que pronuncia la corola
cuando vuela el rocío
o el íntimo gorjeo
del agua que abandona su venero:
no pueden ayudarme
porque ya están violados sus secretos
y opacan la avidez
del solo intento de querer pensar
lo que anhelo decirte.

No hay palabra, ni canto de paloma,
ni roce, ni suspiro, ni silencio,
que puedan expresar la frase virgen
con que yo quiero hablarte.
Es idioma que traigo sumergido
en estado naciente, inmaculado,
que lucha atravesando mis tinieblas
como la luz de estrellas ignoradas
que viene, desde siglos, descendiendo
para tocar la tierra…
Así es la profunda voz sedienta
que llevo atesorada
como raíz de antigua resonancia
en mi marino caracol de entraña,
y que vive conmigo, desde siempre,
brotando del amor inapagado
del amor primitivo de otros seres
que amaron antes, con el mismo amor,
y prosiguen en mí
fundidos en espera
enamorando aún lo inalcanzable.

Para poder decirte lo que anhelo
me falta lo inasible, lo perfecto,
y al no poder tenerlo:
con sombras duras, con dolor desnudo,
con el creciente caos de mi delirio
y el humo intacto del callar que oprimo,
escarbo el pozo donde entierro a solas
la forma del intento,
el inmóvil temblor
de quererte expresar los inexpresable.

Elías Nandino  (1900-1993)

Nació en Cocula, Jalisco, el 19 de abril de 1900; muere el 2 de octubre de 1993. Poeta. Estudió medicina en la Escuela Nacional de Medicina. Editor y director de Estaciones, Cuadernos de Bellas Artes, Allis Vivere, México Nuevo Campo Abierto. Perteneció al grupo de Los Contemporáneos.

Obra publicada

Autobiografía: Juntando mis pasos, (e.p.), Aldus, La Torre Inclinada, 2000.

Poesía: Canciones, 1924. || Espiral, Norte, 1928. || Color de ausencia, Norte, 1932. || Eco, Mundial, 1934. || Río de sombra, Mundial, 1935. || Sonetos, Ángel Chapero, 1937. || Suicidio lento, Ángel Chapero, 1937. || Poemas árboles, Norte, 1938. || Nuevos sonetos, Cuadernos México Nuevo, 1939. || Nudo de sombras, 1941. || Prismas de sangre, 1945. || Espejo de mi muerte, Isla, 1945. || Conversaciones con el mar, 1947. || Poesía I. 1924-1945, Nueva Voz, 1947. || Poesía II, Nueva Voz, 1949. || Naufragio de la duda (sonetos), Nueva Voz, 1950. || Triángulo de silencios, Guaranía, 1953. || Nocturna summa, FCE, Tezontle, 1955. || Nocturno amor (doce sonetos), Cuadernos del Unicornio, Colección Literaria Juan José Arreola, núm. 9, 1958. || Nocturno día, Estaciones, 1959. || Nocturna palabra, FCE, Letras Mexicanas, núm. 60, 1960. || Poeme de ma parole, Profils Poétiques des Pay Latins, París, 1961. || Eternidad del polvo, Joaquín Mortiz, 1970. || Cerca de lo lejos, FCE, 1979. || Conversación con el mar, Cuarto Menguante, Guadalajara, 1982. || Costumbre de morir a diario, Departamento de Bellas Artes de Jalisco, 1982. || Medio rostro de una vida (1916-1948), Colomos, 1982. || Antología poética 1924-1982, Domés, 1983. || Erotismo al rojo blanco, Domés, 1983. || Todos mis nocturnos, Ayuntamiento de Guadalajara, 1988. || Ciclos terrenales, Plaza Valdés Editores,1989. || Nocturnos intemporales, UNAM, 1990. || Eternidad del polvo/Nocturna palabra, Conaculta, 1991. || La noche y la poesía, Conaculta/INBA, Nuestras Escrituras, 1992. || Banquete íntimo, Secretaría de Cultura de Jalisco, Escritura en Marcha, 1993.

12 de febrero de 2023

Poemas de Mateo Morrison.


Mateo Morrison (Santo Domingo, República Dominicana, 1946), poeta, abogado y ensayista, galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 2010. En 1970 fundó el reconocido Taller Literario César Vallejo. También ha sido director del Departamento de Cultura de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, viceministro de Cultura del gobierno dominicano y director, durante dos décadas, del suplemento literario “Aquí”


Vivo aquí donde fallece el viento.

Muero para renacer

tal vez

en tu memoria

La daga que construyes para herirme.

El cuchillo imantado que lanzas a mi pecho.

La tea con que incendias mis pisadas.

La herida en mí descuidado rostro.

Las abejas que entrenas para emponzoñar mi espíritu.

Las aguas infectadas del jardín que cultivas para ensañarte

en mi cuerpo derribado.

El pistoletazo que buscaste en el poema de Maiakosky

para penetrar en mi sien.

Los restos de cicuta que indagas en la historia para que su esencia

destruya mis entrañas.

Las investigaciones que avanzas para aprender y aplicarme

las torturas más sublimes de la postmodernidad.

La cámara de gas que fuiste a conocer para estudiar

la posibilidad de mi holocausto particular.

La mirada que exhibes cada mañana forzando

a refugiarme en la quietud.

¿No son suficientes para detener tus asedios a mi sombra?


II


No

Quizás

Tal Vez

Alumbra rápido

La noche

Podría

Estallar

En nuestras manos.


III

 Lo armonioso viene de tu piel,

suave y húmeda como ciertas cavernas.

Cruzo por tu desierto de espejos,

que me multiplican los sudores del deseo.

Tu sombra me cubre.

Ya puedo entrar en ti

bañado de gemidos.


IV


He aquí donde están colocadas las criaturas

que van a ser estatuas.

Entes tallados sin sudores

y sin nada que circule por sus venas.

Ya están listas lejos de las ciudades donde deambulan

tantos seres anónimos que nunca serán esfinges.

Trasladen ya a los seleccionados para la gloria

y déjennos con nuestra intrascendencia,

dispuestos a morir como llegamos,

emitiendo un pequeño grito.

Arropándonos con la sábana del olvido.



22 de junio de 2022

Poemas de Julia de Burgos

 


Julia de Burgos nació el 17 de febrero de 1914 en el Barrio Santa Cruz, de Carolina.


Canción amarga

Nada turba mi ser, pero estoy triste.
Algo lento de sombra me golpea,
aunque casi detrás de esta agonía,
he tenido en mi mano las estrellas.

Debe ser la caricia de lo inútil,
la tristeza sin fin de ser poeta,
de cantar y cantar, sin que se rompa
la tragedia sin par de la existencia.

Ser y no querer ser… esa es la divisa,
la batalla que agota toda espera,
encontrarse, ya el alma moribunda,
que en el mísero cuerpo aún quedan fuerzas.

¡Perdóname, oh amor, si no te nombro!
Fuera de tu canción soy ala seca.
La muerte y yo dormimos juntamente…
Cantarte a ti, tan sólo, me despierta.


Amor

Amor…
única llama que me queda de Dios
en el sendero cierto de lo incierto.

Aquí,
desesperada,
me contemplo la vida en un hueco del tiempo.

Entrecortando pasa el sendero de luz
que esperancé de sueño.

¡Oh mañanas azules que se quedaron muertas,
volando en el espacio!

¡Oh anudada caricia que amaneces dispersa,
cuando despierta el cuerpo!

¡Oh querer desterrarme de mis pasos turbados…!
¡Multiplican en ecos!

Aquí, junto al continuo gravitar de la nada,
¡cómo asaltan mi espíritu los silencios más yermos!

Mi esperanza es un viaje flotando entre sí misma…
Es una sombra vaga sin ancla y sin regreso.

Mis espigas no quieren germinar al futuro.
¡Oh el peso del ambiente!
¡Oh el peso del destierro!

¡Amor…!
Hasta la leve ronda de tu voz perturbada,
me partió la ola blanca que quedaba en mi pecho.


Yo fui la más callada

Yo fui la más callada
de todas las que hicieron el viaje hasta tu puerto.

No me anunciaron lúbricas ceremonias sociales,
ni las sordas campanas de ancestrales reflejos;
mi ruta era la música salvaje de los pájaros
que soltaba a los aires mi bondad en revuelo…

No me cargaron buques pesados de opulencia,
ni alfombras orientales apoyaron mi cuerpo;
encima de los buques mi rostro aparecía
silbando en la redonda sencillez de los vientos.

No pesé la armonía de ambiciones triviales
que prometía tu mano colmada de destellos:
sólo pesé en el suelo de mi espíritu ágil
el trágico abandono que ocultaba tu gesto.

Tu dualidad perenne la marcó mi sed ávida.
Te parecías al mar, resonante y discreto.
Sobre ti fui pasando mis horarios perdidos.
Sobre mí te seguiste como el sol en los pétalos.

Y caminé en la brisa de tu dolor caído
con la tristeza ingenua de saberme en lo cierto:
tu vida era un profundo batir de inquietas fuentes
en inmenso río blando corriendo hacia el desierto.

Un día, por las playas amarillas de histeria,
muchas caras ocultas de ambición te siguieron;
por tu oleaje de lágrimas arrancadas al cosmos
se colaron las voces sin cruzar tu misterio…

Yo fui la más callada.
La voz casi sin eco.
La conciencia tendida en sílaba de angustia,
desparramada y tierna, por todos los silencios.

Yo fui la más callada.
La que saltó la tierra sin más arma que un verso.
¡Y aquí me veis, estrellas,
desparramada y tierna, con su amor en mi pecho!


El mar y tú

La carrera del mar sobre mi puerta
es sensación azul entre mis dedos,
y tu salto impetuoso por mi espíritu
es no menos azul, me nace eterno.

Todo el color de aurora despertada
el mar y tú lo nadan a mi encuentro,
y en locura de amarme hasta el naufragio
van rompiendo los puertos y los remos.

¡Si tuviera yo un barco de gaviotas,
para sólo un instante detenerlos,
y gritarle mi voz a que se batan
en un sencillo duelo de misterio!

Que uno en el otro encuentren su voz propia,
que entrelacen sus sueños en el viento,
que se ciñan estrellas en los ojos
para que den, unidos, sus destellos.

Que sea un duelo de música en el aire
las magnolias abiertas de sus besos,
que las olas se vistan de pasiones
y la pasión se vista de veleros.

Todo el color de aurora despertada
el mar y tú lo estiren en un sueño
que se lleve mi barco de gaviotas
y me deje en el agua de dos cielos.


Agua, vida y tierra

Yo fui estallido fuerte de la selva y el río,
y voz entre dos ecos, me levanté en las cuestas.
De un lado me estiraban las manos de las aguas,
y del otro, prendíanme sus raíces las sierras.

Cuando mi río subía su caricia silvestre
en aventuras locas con el rocío y la niebla,
con el mismo amor loco que impulsaba mi sueño,
lejos de sorprenderlo, me hospedaba en las sierras.

Pero si alguna sombra le bajaba a los ojos,
me repetía en sus aguas hasta dar en la arena,
y era mi grito nuevo como un tajo en el monte
que anegaba las calles y golpeaba las puertas.

A veces la montaña se me vestía de flores
e iniciaba en mi talle curvas de primavera.

Quién sabe en qué mañana se apretaron mis años
sobre senos y muslos y caderas de piedra!

Se treparon mis ojos al rostro de los árboles
y fueron mariposas sus vivas compañeras:
así es como en los prados voy buscando las flores,
y alas pido en las almas que a mi vida se acercan.

Mis dedos arañaron la fuerza de los riscos,
y juraron ser índices de mis futuras vueltas;

por eso entre los cuerpos doblados de los hombres,
como puntales puros de orientación se elevan.

Yo fui estallido fuerte de la sierra y el río,
y crecí amando el río e imitando la sierra…

Una mañana el aire me sorprendió en el llano:
ya mi raíz salvaje se soltaba las riendas!
Pálidas ceremonias saludaron mi vida,
y una fila de voces reclamaron la prenda…

Mis labios continuaron el rumor de las fuentes
donde entrañé mis años y abastecí las venas.
De ahí mi voz de ahora, blanca sobre el lenguaje,
se tiende por el mundo como la dio la tierra!


Desde 1948 Julia de Burgos padeció de cirrosis del hígado hasta su fallecimiento en Nueva York el 6 de julio de 1953. Tras su muerte, se publicó "Obra poética", que incluye aparte de sus libros los poemas escritos en periódicos y revistas.

Poema de Francisco Henriquez

  Pregunta   En que bolsillo de mi alma Guardaré tu ausencia? En que mirada de la muchedumbre  Encontraré la tuya? Cuando el suelo me hable ...