29 de agosto de 2005

AMOR A QUEMARROPA. Un libro para leerlo en la Cama


AMOR A QUEMARROPA de Tomás Castro Burdiez
Un poemario para leerlo en la cama.

Todavía la luz no había regresado, el apagón había sido tan intenso como la pasión de los amantes, ya vencidos por las horas y los “me gustas” y los “te quiero”. Cada poema equivalía a un orgasmo y cada orgasmo a una muerte dulce.
Son 650 pesos, la Presidente es cortesía de la Cabaña. No hay de que, es un placer servirlos. Amigo, se le olvidó esto. Que? Es un libro y parece interesante: "Amor a Quemarropa". Si le interesa puede quedárselo, sólo le advierto que tiene que estar enamorado para leerlo y si no lo está terminará enamorándose. Además es recomendable que se lea en la cama, antes durante y después. Disculpe el desorden que dejamos en el cuarto. No se preocupe, eso es el amor, un desorden.

Francisco Henriquez Rosa

28 de agosto de 2005

Poemas de Tomás Castro Burdiez



Tomás Castro Burdiez
Nació en Santo Domingo el 7 de abril de 1959. Poeta, periodista, editor y animador cultural. Pertenece a la Generación de Escritores de los 80. Hizo estudios de literatura en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y de periodismo en el Instituto Dominicano de Periodismo. Fue director del Taller Literario César Vallejo y del Colectivo de Escritores Dominicanos.










Ahora Escalera Abajo


No
no descendemos del mono
ni de hembra y varón alguno
descendemos
de un hotel.


Defunción.

Cuando
libremente
te despojas de la ropa
el mundo
cabe
entre tus piernas
pubis abierto
despejada avenida
por donde
desesperadamente
transita el deseo
tan desnudo
como el niño
que nunca
te morderá
los senos
que lejos
de tocar
tu cordón
umbilical
quedará con sus ojos
cerrados
hasta el nunca luz
quizás
dios lo ignore
pero hay
un ángel escurridizo
llorando
la muerte del que
no alcanza
nuestras manos
pausadamente
la ropa
vuelves a tu piel
olvidando que
una vida cegada
cupo
entre tus piernas.



Memorias de Adolescente


Hoy me entran ganas de sumar
las veces que a mi lado te tuve
con las que eras
parte de la distancia
desde que te hiciste lejanía
en la lluvia y los cuadernos
te recuerdo
en el teléfono y la escalera
te recuerdo
en donde quiera --estés o no--
te recuerdo
no te extrañe si me ves
recogiendo los últimos vestigios
de la bandera que una vez levantamos
esta guerra la perdimos los dos
la mitad tú
la mitad yo.


ANÓNIMA CON CAMPANAS DE FONDO


Tin tan dónde estará
la que iba a la iglesia
los domingos de mi infancia
la que en vez de mirar al púlpito
me hacía mirarla
tin tan dónde estará
la que por estas calles
transitó junto a mi niñez
moviendo su minifalda multicolor
la que una vez se detuvo en casa
y la puerta pareció arrodillarse
ante su risa
y pidió agua
mirándome con sus ojos
sin dueño
y bebió en aquel
vaso que chorreó
agua por el crucifijo de su pecho
que pena su sed no fuera más grande
para vaciar en sus labios
el planeta
tin tan dónde estará
aquella que se perdió
en la mañana de mi infancia.


NEGACIÓN DE LA COSTILLA


Amontono dudas en mí
cada vez que como marea voraz
subo por tu cuerpo amplio
buscándome
encontrándome
ese espejo mío que te vuelves desnuda
de qué dulce materia está elaborado
el chorro de humanidad que late en ti
de qué materia las maravillas gemelas
que cuelgan de tu pecho
de qué buena manera desempolvar
los enigmas
acumulados en tus pasos sobre el planeta
reniego a creer que eres la que eres
por ser materia de una costilla antigua
no admito esa teoría de huesos
eres mucho más que la blanca
acumulación de oseína
pido desafiando mitos y osamentas
la revisión del primer hombre
miren esta mujer
tiernamente rebelde
que se impone más allá del hueso.


CONOCER LA NOCHE


Para conocer la noche
hay que apagar las estrellas.



AMOR SOBRE TODAS LAS COSAS


Centro de mis pasos
mujer
te mimo
te cielo
te aterrizo
me gusta amarte
sobre el techo
sobre el piso
sobre la arena
sobre la mesa
sobre todas las cosas
en particular
sobre la cama
y por qué no
quererte
de lunes a domingo
a doble fuego
los días feriados
en sí
amarte más
de lo que dios manda


CONCIERTO A PUERTAS CERRADAS


Con estas manos hechas para ti
quiero
uno a uno tocar
los instrumentos de tu cuerpo

al palparte
me salen tonos
partituras

música en fin
de todas partes

se precisa un golpe
de batuta

para tocarte sin desafinar

estás llena de violines
en ti los pájaros ensayan
sus últimas canciones
en ti debuta una alta fidelidad

que termina
entre mis dedos

haciéndote fraterna
amo tus instrumentos

cuando me inundas de sonidos
cuando tu cuerpo me nombra
el músico más grande



que nadie se sienta herido
ni bach ni beethoven
ni los trompetistas del juicio final

eres un concierto
que sólo yo puedo tocar.

© Tomás Castro

16 de agosto de 2005

Habla Gabriela


¡América, América! Todo por ella, porque todo nos vendrá de ella, desdicha o bien.
Somos aún México, Venezuela, Chile el azteca español, el quechua español, el araucano español; pero seremos mañana, cuando la desgracia nos haga crujir entre su dura quijada, un solo dolor y no más que un anhelo.
Maestro: Enseña en tu clase el sueño de Bolívar, el vidente primero.
Clávalo en el alma de tus discípulos con agudo garfio de convencimiento. Divulga la América, su Bello, su Sarmiento, su Lastarria, su Martí.
No seas un ebrio de Europa, un embriagado de lo lejano, por lejano extraño, y además caduco, de hermosa caduquez fatal.
Describe tu América. Haz amar la luminosa meseta mexicana, la verde estepa de Venezuela, la negra selva austral. Dilo todo de tu América; dí como se canta en la Pampa argentina, como se arranca la perla en el Caribe, cómo se puebla de blancos la Patagonia.
Periodista: Ten la justicia para tu América total. No desprestigies a Nicaragüa para exaltar a Cuba; ni a Cuba para exaltar a la Argentina. Piensa en que llegará la hora en que seamos uno, y entonces tu siembra de desprecio o de sarcasmo te morderá en carne propia.
Artista : Muestra en tu obra la capacidad de finura, la capacidad de sutileza, de exquisitez y hondura a la par, que tenemos. Exprime a tu Lugones, a tu Valencia, a tu Darío y a tu Nervo. Cree en nuestra sensibilidad que puede vibrar como la otra.
Manar como la otra, la gota cristalina y breve de la obra perfecta.
Industrial : Ayúdanos tú a vencer, o siquiera a detener la invasión que llaman inofensiva y que es fatal, de la América rubia que quiere vendérnoslo todo, poblarnos los campos y las ciudades de sus maquinarias, sus telas, hasta de lo que tenemos y no sabemos explotar. Instruye a tu obrero, instruye a tus químicos y a tus ingenieros. Industrial: tú deberías ser el jefe de esta cruzada que abandonas a los idealistas.
¿Odio al yankee? ¡No! Nos está venciendo, nos está arrollando por culpa nuestra, por nuestra languidez tórrida, por nuestro fatalismo indio. Nos está disgregando por obra de algunas de sus virtudes y de todos nuestros vicios raciales. ¿Por qué le odiaríamos? Que odiemos lo que en nosotros nos hace vulnerables a su clavo de acero y de oro: a su voluntad y a su opulencia.
Dirijamos toda actividad como una flecha hacia este futuro ineludible: la América española una unificada por dos cosas estupendas: la lengua que le dio Dios y el dolor que le da el Norte.
Nosotros ensoberbecimos a ese Norte con nuestra inercia; nosotros estamos creando, con nuestra pereza, su opulencia; nosotros le estamos haciendo aparecer, con nuestros odios mezquinos, sereno y hasta justo.
Discutimos incansablemente, mientras él hace, ejecuta; nos despedazamos, mientras el se oprime, como una carne joven, se hace duro y formidable, suelda de vínculos sus Estados de mar a mar; hablamos, alegamos, mientras él siembra, funda, asierra, labra, multiplica, forja, crea con fuego, tierra, aire, agua, crea minuto a minuto, educa en su propia fe y se hace por esa fe divino e invencible. ¡ América y sólo América! ¡qué embriaguez para semejante futuro, qué hermosura, qué reinado vasto para la libertad y las excelencias mayores!

Gabriela Mistral, 1922
© www.redvoltaire.net

11 de agosto de 2005


Haiti o Republica Dominicana?

El Llanto de Jaques Viau Renaud


Jacques Viau Renaud
(Puerto Príncipe, 28 de julio 1941 -
Santo Domingo, 15 de junio 1965)


NADA PERMANECE TANTO COMO EL LLANTO

I

¿En qué preciso momento se separo la vida de nosotros,
en qué lugar,
en qué recodo del camino?
¿En cuál de nuestras travesías se detuvo el amor
para decimos adiós?
Nada ha sido tan duro como permanecer de rodillas.
Nada ha dolido tanto a nuestro corazón
como colgar de nuestros labios la palabra amargura.
¿Por qué anduvimos este trecho desprovistos de abrigo?
¿En cuál de nuestras manos se detuvo el viento
para romper nuestras venas
y saborear nuestra sangre?
Caminar... ¿Hacia dónde?
¿Con qué motivo?
Andar con el corazón atado,
llagadas las espaldas donde la noche se acumula,
¿para qué?, ¿hacia dónde?,
¿Qué ha sido de nosotros?
Hemos recorrido largos caminos.
Hemos sembrado nuestra angustia
en el lugar más profundo de nuestro corazón.
¡Nos duele la misericordia de algunos hombres!
Conquistar nuevos continentes, ¿quién lo pretende?
Amar nuevos rostros, ¿quién lo desea?
Todo ha sido arrastrado por las rigolas.
No supimos dialogar con el viento y partir,
sentarnos sobre los árboles intuyendo próxima la partida.
Nos depositamos sobre nuestra sangre
sin acordamos de que en otros corazones el mismo líquido ardía
o se derramaba combatido y combatiendo.
¿Qué silencios nos quedan por recorrer?
¿Qué senderos aguardan nuestro paso?
Cualquier camino nos inspira la misma angustia,
el mismo temor por la vida.
Nos mutilamos al recogemos en nosotros,
nos hicimos menos humanidad.
Y ahora,
solos,
combatidos,
comprendemos que el hombre que somos
es porque otros han sido.

II

Ya no es necesario atar al hombre para matarlo.
Basta con apretar un botón
y se disuelve como montaña de sal bajo la lluvia.
Ni es necesario argüir que desprecia al amo.
Basta con proclamar -ceñuda la frente-
que comprometía la existencia de veinte siglos.
Veinte siglos,
dos mil años de combatida pureza,
dos mil años de sonrisas clandestinas,
dos mil años de hartura para los príncipes.
Ya no es necesario atar al hombre para matarlo.
La noche,
los rincones,
no,
nada de eso sirve ya.
Plazoletas y anchas calles se prestan bulliciosas.
No cuenta el asesinato con los pacientes,
No cuenta el príncipe con los sumisos.
Todos han olvidado que el hombre es aún capaz de cólera.
Las llamas se extinguen sin haber consumido el odio.
El día irredento ha postergado la resurrección del hombre.
Y los otros,
Aquellos que presencian la matanza sentenciando:
"Locos, habeis tocado a la puerta de la muerte
y ella se quedó en vosotros!"
Esos
Solo saben predecir la muerte,
No han aprendido a combatirla.
No han aprendido a cobijar la tierra en el corazón
Ni a ganar la patria para el hombre.
Y el sumido, ¿qué hace?
¿Dónde deposita su silencio?
¿En qué lugar del corazón teje la venganza?
Nadie lo sabe.
Todos le han olvidado.
Se ha dictaminado que su morada sea la sombra,
que el pan deshabitado sea su alimento,
que el pico le prepare el lecho
y la pala le cubra el corazón.
¿Qué es el hombre combatido?
Nadie lo recuerda.
Lo visten los trapos.
Lo arrojaron en la parte trasera de la casa
y allí
con los residuos
un guiñapo se amontona.
Las llamas se extinguen.
Se arrinconan los hombres en una sola sombra,
en un solo silencio,
en un solo vocablo,
en un llanto solo
y cuando todo sea uno,
uno el llanto y el vocablo uno
no habrá paz sobre la tierra.
¿No habrá paz?
Y aquellos que dictaminaron el destino del hombre,
los que jamás contaron con los sumisos,
amasarán con sangre su propia podredumbre.
¡No habrá paz!
¡Llanto para quebrar el llanto,
muerte para matar la muerte!

© Jacques Viau Renaud
© cielonaranja.com

2 de agosto de 2005

RECORDANDO A JULIA DE BURGOS


Julia Constancia Burgos García (el nombre completo de Julia de Burgos) nació en el barrio Santa Cruz, de Carolina, Puerto Rico, en 1914, y murió en Harlem, Nueva York, en 1953. Poeta, periodista, maestra de escuela y dramaturga, Julia es, probablemente, la mejor poeta puertorriqueña del siglo XX.


Alba de mi silencio


En ti me he silenciado...
El corazón del mundo
está en tus ojos, que se vuelan
mirándome.

No quiero levantarme de tu frente fecunda
en donde acuesto el sueño de seguirme en tu alma.

Casi me siento niña de amor que llega hasta los pájaros.
Me voy muriendo en mis años de angustia
para quedar en ti
como corola recién en brote al sol...

No hay una sola brisa que no sepa mi sombra
ni camino que no alargue mi canción hasta el cielo.

¡Canción silenciada de plenitud!
En ti me he silenciado...

La hora más sencilla para amarte es ésta
en que voy por la vida dolida del alba.



A m o r

Amor...
única llama que me queda de Dios
en el sendero cierto de lo incierto.

Aquí,
desesperada,
me contemplo la vida en un hueco del tiempo.

Entrecortando pasa el sendero de luz
que esperancé de sueño.

¡Oh mañanas azules que se quedaron muertas,
volando en el espacio!

¡Oh anudada caricia que amaneces dispersa,
cuando despierta el cuerpo!

¡Oh querer desterrarme de mis pasos turbados...!
¡Multiplican en ecos!

Aquí, junto al continuo gravitar de la nada,
¡cómo asaltan mi espíritu los silencios más yermos!

Mi esperanza es un viaje flotando entre sí misma...
Es una sombra vaga sin ancla y sin regreso.

Mis espigas no quieren germinar al futuro.
¡Oh el peso del ambiente!
¡Oh el peso del destierro!

¡Amor...!
Hasta la leve ronda de tu voz perturbada,
me partió la ola blanca que quedaba en mi pecho.

© Julia De Burgos

Poema de Francisco Henriquez

  Pregunta   En que bolsillo de mi alma Guardaré tu ausencia? En que mirada de la muchedumbre  Encontraré la tuya? Cuando el suelo me hable ...