3 de diciembre de 2020

 

José Emilio Pacheco

(Ciudad de México, 1939 - 2014) Poeta, narrador, ensayista y traductor mexicano cuya cultura literaria y sensibilidad poética lo convirtieron en uno de los miembros más destacados de la llamada Generación del Medio Siglo, junto a figuras como Juan García Ponce, Sergio Pitol, Salvador Elizondo y Carlos Monsiváis.



Presencia 

 ¿Qué va a quedar de mí cuando me muera 

 sino esta llave ilesa de agonía, 

 estas pocas palabras con que el día, 

 dejó cenizas de su sombra fiera? 

 ¿Qué va a quedar de mí cuando me hiera 

 esa daga final? Acaso mía 

será la noche fúnebre y vacía 

 que vuelva a ser de pronto primavera. 

No quedará el trabajo, ni la pena 

 de creer y de amar. El tiempo abierto, 

 semejante a los mares y al desierto, 

 ha de borrar de la confusa arena 

 todo lo que me salva o encadena. 

 Más si alguien vive yo estaré despierto.


-José Emilio Pacheco.

2 de diciembre de 2020

 

 

digo que no soy un hombre puro 

Yo no voy a decirte que soy un hombre puro.
Entre otras cosas
falta saber si es que lo puro existe.
O si es, pongamos, necesario.
O posible.
O si sabe bien.
¿Acaso has tú probado el agua químicamente pura,
el agua de laboratorio,
sin un grano de tierra o de estiércol,
sin el pequeño excremento de un pájaro,
el agua hecha no más de oxígeno e hidrógeno?
¡Puah!, qué porquería.
Yo no te digo pues que soy un hombre puro,
yo no te digo eso, sino todo lo contrario.
Que amo (a las mujeres, naturalmente,
pues mi amor puede decir su nombre),
y me gusta comer carne de puerco con papas,
y garbanzos y chorizos, y
huevos, pollos, carneros, pavos,
pescados y mariscos,
y bebo ron y cerveza y aguardiente y vino,
y fornico (incluso con el estómago lleno).
Soy impuro ¿qué quieres que te diga?
Completamente impuro.
Sin embargo,
creo que hay muchas cosas puras en el mundo
que no son más que pura mierda.
Por ejemplo, la pureza del virgo nonagenario.
La pureza de los novios que se masturban
en vez de acostarse juntos en una posada.
La pureza de los colegios de internado, donde
abre sus flores de semen provisional
la fauna pederasta.
La pureza de los clérigos.
La pureza de los académicos.
La pureza de los gramáticos.
La pureza de los que aseguran
que hay que ser puros, puros, puros.
La pureza de los que nunca tuvieron blenorragia.
La pureza de la mujer que nunca lamió un glande.
La pureza del que nunca succionó un clítoris.
La pureza de la que nunca parió.
La pureza del que no engendró nunca.
La pureza del que se da golpes en el pecho, y
dice santo, santo, santo,
cuando es un diablo, diablo, diablo.
En fin, la pureza
de quien no llegó a ser lo suficientemente impuro
para saber qué cosa es la pureza.
Punto, fecha y firma.
Así lo dejo escrito.


Nicolás Gullén. 

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