25 de enero de 2018

Nicanor Parra en la memoria



A los 103 años ha muerto este martes el poeta, matemático, físico y académico chileno Nicanor Parra El deceso del premio Cervantes 2011, una de las mayores leyendas de la literatura hispanoamericana del siglo XX, se ha producido de madrugada. Hermano mayor de una familia de genios, como la cantautora y artista Violeta Parra, el autor de Poemas y antipoemas pasó sus últimos años de vida en su casa de la localidad costera de Las Cruces, a unos 120 kilómetros de la capital chilena. Su muerte, sin embargo, ha ocurrido en su hogar del municipio de La Reina, en Santiago.

SENSACIONES


I. ENSUEÑO 
Los ojos rebosan de plumas cansadas 
y yo voy dilatándome 
cual la niebla olorosa se dilata en la sombra. 
Los caminos se están diluyendo en los parques 
y una acequia está quieta. 
Yo no sé si es que parto o que llego 
si es que hablo o que callo. 
En las puertas distantes y opacas 
los amigos de antaño 
se están envolviendo en la tenue penumbra 
de las plumas que llueven. 
Hay paisajes de bronce en los charcos 
y en los acantilados 
suenan rondas de niños de palo 
y de niñas de mármol. 
Caminando por las avenidas y llanos 
yo dejé mis recuerdos guardados 
en los charcos de bronce. 
Me quedé con la risa brincando 
en la lágrima helada 
mientras cruzan la tenue penumbra 
los amigos de antaño. 
Entretanto le busco el manubrio 
a mi bicicleta 
que da volteretas de cien pejerreyes 
sobre un cometa torcido. 
He llegado cargado de plumas risueñas 
al portón de mi casa. 
Y no sé si volver o quedarme 
si quedarme o seguir. 
Yo me siento bajo un eucaliptus 
mientras pasa a mi lado 
equilibrando un remolino en la cabeza 
una gallina de cristal. 
Mi madre me trae en tres ampolletas de plumas 
un puñado de pepas menudas. 
Yo me vuelvo hacia atrás.
(DE REVISTA NUEVA (1935-1936).



REMOLINO INTERIOR


Me gusta que no me entiendan 
y que tampoco me entiendan, 
camisa de seda tengo, 
pero también tengo espuelas. 

Si digo que yo te quiero 
no es cierto lo que dijera, 
y acaso no te saludo 
no es cierto que te aborrezca. 

Cuando recorro la plaza 
me gusta que no me entiendan, 
pastillas de menta compro 
para corretear la pena. 

Voy a sentarme a la plaza 
de pena, de pena, pena, 
y acaso a la plaza llego 
la plaza, plaza me alegra. 

Si digo que por las piedras 
circula una voz de seda, 
quiero decir que en el río 
me bebo la luna llena. 

Y como quiero que nadie 
sepa lo que me interesa 
me pongo a amansar potrancas 
celestes sobre la arena. 

Y como Chile es mi fundo 
me gusta seguir la cueca, 
con una chaqueta corta 
y un pañuelito de menta. 

Al viento lo voy siguiendo 
con un chicote de abejas, 
el viento, viento se esconde 
detrás, detrás de las puertas. 

Si vendo a mi negra vendo 
todo lo que a mí me queda, 
pero la vendo y la vendo 
para que nadie me entienda. 

Y acaso quiero que nadie 
me pida mi yegua yegua, 
le digo que si es de noche 
se asusta de las estrellas. 

Y acaso es de día claro 
se asusta de las espuelas, 
yo quiero que nadie entonces 
me entienda ni que me entienda. 

Cuando me subo a los árboles 
es luna mi calavera, 
me gusta, me gusta, gusta, 
me gusta que no me entiendan. 

Pero hablando en serio serio 
que nadie me niega niega 
que cuando subo a caballo 
me pongo mis dos espuelas.

DE CANCIONERO SIN NOMBRE (1937)




IMAGEN DE MI PADRE


Yo tenía un fiel amigo 
de lento mirar cansado 
triste como un jardinero 
y puro como un relámpago. 

Tenía las manos suaves 
como el corazón de un pájaro 
al andar casi danzaba 
y hablaba casi cantando. 

Como ríos paralelos 
vagábamos por los campos 
yo lo confundía a veces 
con la sombra de algún árbol. 

El cielo que lo cubría 
no podía ser más alto 
y el nardo azul de su alma 
no podía ser más nardo. 

Si hubiera sido de agua 
¡qué compañero tan claro! 
serenos como sus ojos 
nunca se verán dos lagos. 

Amigo dulce dormido 
que nunca será olvidado 
ni en el día en que se cierren 
para mí todos los astros.

DE 8 NUEVOS POETAS CHILENOS (1939)


XII

Que mi salud es débil, 
Que no resisto los rigores del trabajo intelectual, 
Que mi pensamiento es inestable y que a menudo me 
equivoco en mis apreciaciones sobre la verdad de las 
ciencias y las magias del arte, 
Que soy descuidado para con mi persona, 
Que no me baño con regularidad 
Y que mis cabellos y mis uñas crecen sin control, 
Que he derrochado mi hacienda en beneficio de los pobres 
de espíritu, 
Que he favorecido más de lo justo y necesario a los 
enfermos, 
Que he permanecido largas horas en los cementerios 
Disfrutando paganamente de la soledad y del silencio 
consagrado a los muertos, 
Que en momentos de desesperación y orgullo he escupido 
el rostro de los ídolos, 
Que he vuelto ebrio al templo y caído dormido en los 
bancos de las plazas y en los tranvías, 
Y que gasté mi juventud en viajes inútiles y estudios 
innecesarios.


DE EJERCICIOS RESPIRATORIOS


CATALINA PARRA


Caminando sola 
Por ciudad extraña 
Qué será de nuestra 
Catalina Parra. 

Cuánto tiempo ¡un año! 
Que no sé palabra 
De esta memorable 
Catalina Parra. 

Bajo impenitente 
Lluvia derramada 
Dónde irá la pobre 
Catalina Parra. 

¡Ah, si yo supiera! 
Pero no sé nada 
Cuál es tu destino 
Catalina Pálida. 

Sólo sé que mientras 
Digo estas palabras 
En volver a verte 
Cifro la esperanza. 

Aunque sólo seas 
Vista a la distancia 
Niña inolvidable, 
Catalina Parra.





II
AUTORRETRATO


Considerad, muchachos, 
Esta lengua roída por el cáncer: 
Soy profesor en un liceo obscuro, 
He perdido la voz haciendo clases. 
(Después de todo o nada 
Hago cuarenta horas semanales.) 
¿Qué os parece mi cara abofeteada? 
¡Verdad que inspira lástima mirarme! 
Y qué decís de esta nariz podrida 
Por la cal de la tiza degradante. 

En materia de ojos, a tres metros 
No reconozco ni a mi propia madre. 
¿Qué me sucede? -Nada. 
Me los he arruinado haciendo clases: 
La mala luz, el sol, 
La venenosa luna miserable. 
Y todo para qué, 
Para ganar un pan imperdonable 
Duro como la cara del burgués 
Y con sabor y con olor a sangre. 
¡Para qué hemos nacido como hombres 
Si nos dan una muerte de animales! 

Por el exceso de trabajo, a veces 
Veo formas extrañas en el aire, 
Oigo carreras locas, 
Risas, conversaciones criminales. 
Observad estas manos 
Y estas mejillas blancas de cadáver, 
Estos escasos pelos que me quedan, 
¡Estas negras arrugas infernales! 
Sin embargo yo fui tal como ustedes, 
Joven, lleno de bellos ideales, 
Soñé fundiendo el cobre 
Y limando las caras del diamante: 
Aquí me tienen hoy 
Detrás de este mesón inconfortable 
Embrutecido por el sonsonete 
De las quinientas horas semanales. 

EPITAFIO


De estatura mediana, 
Con una voz ni delgada ni gruesa, 
Hijo mayor de un profesor primario 
Y de una modista de trastienda; 
Flaco de nacimiento 
Aunque devoto de la buena mesa; 
De mejillas escuálidas 
Y de más bien abundantes orejas; 
Con un rostro cuadrado 
En que los ojos se abren apenas 
Y una nariz de boxeador mulato 
Baja a la boca de ídolo azteca 
-Todo esto bañado 
Por una luz entre irónica y pérfida- 
Ni muy listo ni tonto de remate 
Fui lo que fui: una mezcla 
De vinagre y de aceite de comer 
¡Un embutido de ángel y bestia! 


DE POEMAS Y ANTIPOEMAS (1954)


COPLAS DEL VINO


Nervioso, pero sin duelo 
A toda la concurrencia 
Por la mala voz suplico 
Perdón y condescendencia. 

Con mi cara de ataúd 
Y mis mariposas viejas 
Yo también me hago presente 
En esta solemne fiesta. 

¿Hay algo, pregunto yo 
Más noble que una botella 
De vino bien conversado 
Entre dos almas gemelas? 

El vino tiene un poder 
Que admira y que desconcierta 
Transmuta la nieve en fuego 
Y al fuego lo vuelve piedra. 

El vino es todo, es el mar 
Las botas de veinte leguas 
La alfombra mágica, el sol 
El loro de siete lenguas. 

Algunos toman por sed 
Otros por olvidar deudas 
Y yo por ver lagartijas 
Y sapos en las estrellas.


DE LA CUECA LARGA (1958) 


LA MONTAÑA RUSA


Durante medio siglo 
La poesía fue 
El paraíso del tonto solemne. 
Hasta que vine yo 
Y me instalé con mi montaña rusa. 

Suban, si les parece. 
Claro que yo no respondo si bajan 
Echando sangre por boca y narices. 

ADVERTENCIA


Yo no permito que nadie me diga 
Que no comprende los antipoemas 
Todos deben reír a carcajadas. 

Para eso me rompo la cabeza 
Para llegar al alma del lector. 

Déjense de preguntas. 
En el lecho de muerte 
Cada uno se rasca con sus uñas. 

Además una cosa: 
Yo no tengo ningún inconveniente 
En meterme en camisa de once varas.


DE VERSOS DE SALÓN (1962)


Nicanor Parra

14 de enero de 2018

Elaine Vilar Madruga: un escudo pulido y eficaz


La poeta, pese a su corta edad, ha sabido captar con sutileza y sin alardes esa condición femenina que va más allá de los temas y aparece como una corriente subterránea en unos textos que no por desgarrados apelan a la manipulación como recurso de identificación con el receptor.


Dueña de un lenguaje y estilo muy propios, Elaine Vilar Madruga da pruebas de su indudable talento con el poemario Escudo de todas las cabezas que obtuviera el Premio Hermanos Loynaz en 2014.
Publicado en la colección Laurel, de Ediciones Loynaz, este título se encuentra entre los mejores de los que han obtenido el galardón en los últimos diez años, dadas las cualidades formales y el virtuosismo con que la autora ha abordado sus contradicciones internas y su conocimiento de la cultura universal.
Casi una veintena de textos resultan suficientes a Vilar para expresar, con eficacia y desgarramiento, una concepción del mundo que ve, en el paso del tiempo, la intemporalidad de los problemas existenciales tratados en el libro con profundidad filosófica, acudiendo a los tropos, pero siempre mostrando un poder de comunicación que nada tiene que ver con facilismos o concesiones sentimentales.
Sorprende en esta joven autora la limpieza, el poder de síntesis, la originalidad de sus metáforas y un aliento sin altibajos que agradecerán los lectores de buena poesía, a veces escasos pero siempre dispuestos a consumir lo que verdaderamente hay de valioso en el actual panorama de las letras cubanas.
Como reza la nota de contracubierta «estos poemas, poemas de madurez, nacen gracias al modo en que su autora pulsa cuerdas—temas como el encierro que implica la insularidad, el exilio, la egolatría y sus posibles consecuencias…».
La poeta, pese a su corta edad, ha sabido captar con sutileza y sin alardes esa condición femenina que va más allá de los temas y aparece como una corriente subterránea en unos textos que no por desgarrados apelan a la manipulación como recurso de identificación con el receptor.
Y si bien el tiempo, su paso, sus interconexiones entre el pasado y el presente tienen un protagonismo en el cuaderno, es la voz femenina del sujeto la que predomina en sus visiones cargadas de un culteranismo muy bien asimilado.
La economía de medios, lo pulido, ese poder de síntesis que sirve de contención a cualquier desbordamiento ofrecen una sensación de encontrarnos ante textos casi perfectos donde nada sobra y nada falta.
Las evidentes conexiones con la mitología clásica griega están muy bien entronizadas con la realidad de una autora que no se circunscribe y evita lo circunstancial en aras de una intemporalidad que abre las significaciones en un sugerente entramado que se dibuja; sobre todo, en el sentido o sin sentido de la existencia.
Quedaste sola es uno de los mejores exponentes de esa disociación y falta de asidero que Vilar Madruga resume en estos versos: «nadie me mira, nadie entiende/no es tan simple entender».
En ese poema fragmentado, el sujeto lírico apela al desmembramiento simbólico para expresar su condición de ente aislado en un mundo donde la incomprensión parece ser el resultado de una cosmovisión del mundo decididamente individualizada y solitaria.
Portada del poemario Escudo de todas las cabezas.
Ese aliento, en menor o mayor medida, recorre todo el poemario donde según declara la poeta «esas cosas que amaba parecen haber envejecido».
No faltan tampoco referencias a Frida Khalo y Marina Abramovic, con la que la emisora establece una identificación poco previsible pero muy bien expresada por intermedio de una tropología que, lejos de oscurecer, ilumina los significados de los poemas.
Resulta conveniente resaltar esta pequeña joya de un premio que parece muy bien ganado.
En un contexto donde no siempre las obras que reciben galardones tienen la calidad necesaria para que nos mostremos satisfechos con los resultados, Escudo de todas las cabezas es una rara avis que coloca a su autora entre las más descollantes de una generación que se caracteriza por lo profusa pero que cualitativamente aun posee los rasgos lógicos de la inmadurez.
En el caso de Vilar Madruga nos encontramos con una poesía impecable, de estilo muy definitorio y que puede igualar a la de poetas ya consagrados en el amplio y diverso espectro de la actual lírica cubana.

Fuente: Autor:  | internet@granma.cu

La poesía de Enriquillo Sánchez

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