Guardo el cascaron de tu
sonrisa
y el esqueleto de tu alma
aun
me hace cosquillas
alrededor de mis
pensamientos.
Desearía no verte o
quizás
verte de lejos
para que el olvido
no sea un pretexto.
El beso aquel, donde está?
Donde está la sombra de
tu cuerpo
que quedó como escena de
crimen
entre sabanas?
Por los menos
los insomnios valieron la
pena
porque se consumieron en
orgasmos.
Los licores no terminaron
en resaca
el sol no salió en la
mañana
no porque le dio la gana
sino porque estaba
lloviendo
y, estaba yo viendo
como te morías
al no comprender
que era la última vez
que estábamos juntos.
© Francisco Henriquez
Rosa