30 de junio de 2007

Poesía de Angela Hernandez


Angela Hernández
(Jarabacoa, Rep. Dominicana, 16 de Julio de 1954)
Libros Publicados :
POESIA. Desafío, Santo Domingo Editora Papeles de Aquelarre, 1985. Tizne y cristal, Santo Domingo Editorial Alas, 1987. Arca espejada, Santo Domingo Editorial Alas, 1994. Telar de rebeldía, Santo Domin-go Editorial Gente, 1998.
CUENTO. Las mariposas no le temen a los cactus, Santo Domingo Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1985. Los fantasmas prefieren la luz del día, Santo Domingo Editorial Gente, 1986. Alótropos. Santo Domingo Editorial Alas, 1989. Masticar una rosa, Santo Domingo Editora Impretur, 1993. Piedra de sacrificio, Santo Domingo Secretaría de Estado de Educación, 1999.



Tifus

La taza de café se quiebra entre mis manos.
Mi mente incendia.
De las noches se desprenden semillas y manos delincuentes.
A veces veo una camisa blanca,
jóvenes pordioseros la apuñalan.
Entre las cosas fijas,
él va liviano.
Va lejos.
El cofre, la parafina, tos.
Ese algo de viejo entre la cama.
El sale de madrugada a recoger imágenes,
de las que vienen por las aguas sucias.
Lleno de claridad, perdura.


Reunión Conmigo

Ha florecido el patio.
Corté la zona de mis debilidades.
Duermo con el dolor. Le soy extraña.
Es largo y desconocido el camino
de volver hacia mí.
El fuego que vieron arder mis ojos.
El agua sobre el cuerpo.
El aire sin nombre ni dirección.
La arena llena de cosas milenarias.
Mis pies han olvidado.
Y mi corazón danza bajo el látigo del amor.
Los poetas enferman como las manzanas.
Se ha borrado el lenguaje de lo eterno.
La verde primavera ríe oscura.
Que el silencio me purifique.
Que la soledad me alumbre.
Ahora soy Galatea. Anónima espora.
Tengo que morir a la servidumbre.
Olvido ser mujer. Olvido ser alguien.
Olvido la juventud y la vejez.
El mundo está espléndido.
Como pueden no verlo mis entrañas?

{Del libro Arca Espejada}


El orden de lo finito

Estoy soñando contigo, dice una voz en la noche.
Camino sobre un espejo lívido. Tal vez la mar.
Monstruo indefenso. Pueblo tierno de césped.
Ronronea.
En cercanía, luciérnagas, brevísimas piedras,
hunden la oscuridad.
Del otro lado surgen filamentos de hierba.
En el cielo un relámpago, sonrisa de enigmática
presencia.
Estoy soñando contigo
Fíjate en las flores de las cañas.
Sedosas.
Fluctuantes.
Flotantes.
Velos en mi sangre soplados por tu boca.
Dice una voz en la noche
Hay un grano de polvo,
un rosal que levita en nuestro patio.


Ariako en la furia

Le amo altísima tristísima
desaforada.
Con el dulzor espantado
de lo que quiero y no puedo
destruir.
Con la extrañeza de lo que no pudre.
Lo presiento como al campo magnético, como al
instinto de la isla de los pájaros grises.
Viene de un accidente
de un relámpago
que en sueños insinúa
sus filos.
Le amo con golpes de cinceles, con inmoladuras,
en pórtcos aguados, en las trastiendas de los barrios.
Con tesón y fatigados tendones. En las montañas, los
cacaotales y la espiral Ravel.
Con camisas de fuerza y sacros templos dedicados al
fuego súbito.
No le entiendo. Le amo.
No lo deseo. Le amo.
No le incrimino. Le amo.
No lo recuerdo. Lo padezco.
No lo quiero ni cerca, ni lejos, ni dentro, ni fuera.
Volcador, tatuado en ramas secas. Eventual como el
océano desordenado
por levíticas nubes.
¿Qué es que no puedo pensarlo
ni imaginarlo, ni retenerlo?
Sin físico, con ira, con mortalidad,
con azar y presión en mis arterias.

{Del libro Telar de Rebeldía) © Angela Hernandez

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