1. Mark Twain, en uno de sus viajes en tren por EE.UU., se topó con el revisor y no encontraba su billete. Tras una larga espera mientras el escritor buscaba por sus bolsillos, el empleado dijo:
—Ya sé que es usted el autor de Tom Sawyer, así que no se moleste, estoy seguro de que ha extraviado el billete.—El problema es que, si no lo encuentro, no sé dónde debo bajarme —confesó Twain.
2. Federico García Lorca escuchaba a Rubén Darío, que en un momento dado recitó el siguiente verso: …que púberes canéforas te ofenden al acanto. El poeta granadino se levantó entonces y dijo:
—A ver, otra vez, por favor, que sólo he entendido el “que”.
3. Haruki Murakami se levanta a las 4 de la mañana y trabaja seis horas. Después de comer corre 10 km. o bien nada 1.500 metros, lee, escucha música y se va a la cama a las 21.00. Trata de seguir esta rutina cada día sin ninguna variación de forma que, según explica, termina sumiéndose en una especie de hipnosis que le permite alcanzar un profundo estado mental.
4. Jorge Luis Borges se encontraba en el funeral de su madre, Leonor Acevedo de Borges, cuando una mujer se le acercó a dar el pésame:
—Pobre Leonorcita, morirse tan poquito antes de cumplir los 100 años. Si hubiera esperado un poquito más…—Veo, señora, que es usted devota del sistema decimal —replicó el escritor.
5. Victor Hugo se encontraba visitando la Suiza germanófona cuando entró en un restaurante. Dado que no sabía alemán, optó por pedir el plato más caro para asegurarse de que sería bueno, así que se decantó por un “Kalaische nach Rheinfall”. El camarero quedó sorprendido al comprobar que el el escritor francés no quería comer, sino que prefería dar un paseo en calesa hasta las cataratas del Rin, también ofertado en la carta.
6. James Joyce (en la imagen superior) escribía cartas muy explícitas y subidas de tono a su amante y futura mujer, Nora. Lo que no es tan conocido es la inquietante obsesión que tenía con las flatulencias. Este fragmento está extraído de uno de sus manuscritos:
Creo que distinguiría un pedo de Nora en cualquier lugar. Incluso podría distinguirlo en una habitación llena de mujeres tirándose pedos. Es un sonido bastante femenino, no como el pedo fuerte y húmedo que imagino estilarán las mujeres gordas.
7. Ramón del Valle-Inclán fue citado ante el juez en cierta ocasión con motivo de un alboroto que había armado. Tras declarar su nombre y su oficio, este es el diálogo que mantuvieron:
—¿Sabe leer y escribir?—No.—Me extraña la respuesta.—Más me extraña a mí la pregunta.
8. Rudyard Kipling se encontró un día con que el periódico que leía había publicado por error su epitafio. Inmediatamente, escribió a uno de los editores pidiéndole que, ya que estaba muerto, no se olvidaran de borrarlo de la lista de suscriptores.
9. Gabriel García Márquez recibió un fuerte puñetazo de Mario Vargas Llosa el 12 de febrero de 1976. Esta foto del escritor colombiano salió a la luz 30 años más tarde. Aunque sólo se puede especular con la causa del desafortunado encuentro, esto es lo que García Márquez declaró varios días después al diario Correode Bogotá:
Cuando me vi con Mario, me pareció verlo sonreír y que trataba de abrazarme. A esto se debió que cuando me pegó estaba completamente indefenso y con los brazos abiertos, de lo contrario me habría protegido por lo menos la cara. Caí sin conocimiento. Además, Mario tenía un anillo con el que me rompió la nariz.
10. Aldous Huxley tenía una vista deficiente y, aunque no fuera ciego, decidió aprender braille para poder dar descanso a sus resentidos ojos sin tener que renunciar a la lectura. El escritor decía que el esfuerzo mereció la pena sólo por el placer de leer en la cama en la oscuridad, con el libro y las manos situados cómodamente bajo las sábanas
2 comentarios:
Los leí todos y me encantaron. Quedé con hambre de más.
Gracias Oscar. Hay que agregar Curiosidades tuyas, de Arzeno, Argel y De Leon.
Publicar un comentario