“Volandero” libro inquieto y
atrevido de la poeta colombiana Erika Maya, puede convertirse de
buenas a primeras en un álbum de fotos oníricas o un amasijo de
ternuras congeladas en un papel que no se gasta por el peso de los sueños. En este panal de letras podemos leer la prosa poética y
alguna ficción que va de la mano de la poesía. Leer a una Poeta no
es lo mismo que leer a un Poeta, porque la mujer que escribe, así
como escribía Alejandra Pizarnik, Julia de Burgos , se entrega en la
medida del ritmo de su verso y su canto como si fornicara con las
palabras. La poesía del Poeta masculino no puede discimular la
testosterona en su discurso inspiracional, por eso casi siempre es su
poesia mas certera cuando se la escribe a una mujer, en el caso de
Neruda, por ejemplo. Existen excepciones como en Garcia Lorca y
Octavio Paz que pueden ser mas universales en su poesía.
La poeta “paisa” encarna en su
haber literario el sentir poético que va mas allá de los
sentimientos personales, su discurso literario es como un espejo
donde se ve tanto el que escribe como el que lee, siendo su poesía
a-temporal y alucinante en su cadencia.
Volandero, puede ser un sueño o un
arco-iris y su lectura es fresca y mágica.
Algunas cosas de “Volandero”.
Hoy, aunque confieso que he llorado,
ME DECLARO LISTA PARA EL NUEVO AMOR...
y estas ganas inagotables de ser feliz
no me las arrebata ningún pasado.
Porque sé, y estoy segura,
que esta lección no fue gratuita,
entonces me vitalizo y revivo en mí
la sutil caricia, el murmullo de su
voz a mi oído,
la cálida brisa de sus labios,
armo el ejercito de hormonas y dejo
que circulen en mi esencia
para que se hagan deseo
(Al amor, pag. 47)
Amanece junto a tu aroma
y el canto es mas bello
y la mañana mojada me invita
a la sonrisa...
y te espero
entre las calles posibles
de esta ciudad perdida,
Y quiero tocarte junto al tranvía
mientras su sirena enloquece los
sentidos
y te quiero decir que te amo
porque eres paz, pero no estás.
(El hombre invisible, pag. 46)
Pasan las horas
y por fin, la lluvia se va,
dejando ese manto de tristeza
dando paso a na pálida luna de
invierno
que se pone tras la casita
como una gigantesca lámpara encendida
apaciguadora de tristezas.
(En la casucha, pag. 13)
Erika Maya es miembro de La Tertulia de Orlando
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