Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña de Henríquez",
por la obra "Autobiografía en el agua"
DECLARACIÓN
Juro vivir mi vida
sin treguas
armada hasta la muerte
sin aflicciones ni miserias
con mis culpas y derrotas bien lavaditas
y aireadas vivir
sin torturadores o con ellos
pero sin pie para la traición
sin santos ni sobornos
sin traidores o con ellos
pero sin pie para la traición
vivir amor
aunque me rompa el alma
pasajera de desastres
ventrilocua de lo indecible
contrabandista de valijas rotas
de amores y contramores
aunque me toque la muerte
aunque me claven las uñas
vivir con lentitud o con demencia
con la luz o sus negruras
ahora y después
hasta ganar la batalla.
sin treguas
armada hasta la muerte
sin aflicciones ni miserias
con mis culpas y derrotas bien lavaditas
y aireadas vivir
sin torturadores o con ellos
pero sin pie para la traición
sin santos ni sobornos
sin traidores o con ellos
pero sin pie para la traición
vivir amor
aunque me rompa el alma
pasajera de desastres
ventrilocua de lo indecible
contrabandista de valijas rotas
de amores y contramores
aunque me toque la muerte
aunque me claven las uñas
vivir con lentitud o con demencia
con la luz o sus negruras
ahora y después
hasta ganar la batalla.
MOMENTO
Duele el gozo que propones
de quedarme quieta
sin respiros ni suspiros
sin delicias de desnudo
sufrirte llama cuando me quemas
pero qué alivio cuando me haces
agüita de yerbabuena
en el justo momento que tus manos
caen sobre mis senos
y se escapan buganvillas
y flamboyanes
relojes de mares y no de arena
turbados camafeos familiares
augurios y ceremonias
los mil y un nombres ilustres
que le han dado a esta franca unión
de cuerpo a cuerpo
de alma a cuerpo
de labio
que dolería más si resistiera
el dócil camino que le señalas.
Quedarme presa en esta furia
quiebra de todos los rompientes
presos en este prendiapaga
en el compás de la danza antiquísima
que seguimos
hasta la redondez de su misterio.
de quedarme quieta
sin respiros ni suspiros
sin delicias de desnudo
sufrirte llama cuando me quemas
pero qué alivio cuando me haces
agüita de yerbabuena
en el justo momento que tus manos
caen sobre mis senos
y se escapan buganvillas
y flamboyanes
relojes de mares y no de arena
turbados camafeos familiares
augurios y ceremonias
los mil y un nombres ilustres
que le han dado a esta franca unión
de cuerpo a cuerpo
de alma a cuerpo
de labio
que dolería más si resistiera
el dócil camino que le señalas.
Quedarme presa en esta furia
quiebra de todos los rompientes
presos en este prendiapaga
en el compás de la danza antiquísima
que seguimos
hasta la redondez de su misterio.
DEL AMOR CORTÉS
I
Dos árboles y dos palmeras inician la crueldad de la noche
Prendo las lámparas de aceite
y te invito a cruzar el puente levadizo de la locura
Nos reciben bufones con caperuzas y cascabeles
juglares y trovadores inventan metáforas como requiebros
delirios que hacen transparentes mis enaguas
Yo estoy desnuda en el centro de esta agua nocturna
y tú eres hermoso
y comienza el festejo
Prendo las lámparas de aceite
y te invito a cruzar el puente levadizo de la locura
Nos reciben bufones con caperuzas y cascabeles
juglares y trovadores inventan metáforas como requiebros
delirios que hacen transparentes mis enaguas
Yo estoy desnuda en el centro de esta agua nocturna
y tú eres hermoso
y comienza el festejo
II
Desde la techumbre almenada que brilla
un río de iridiscencias rumorosas nos envuelve
La noche es un solo resplandor de hojas y alabastros
La noche es un pifano arrebatado una música que no termina
Allí los perros persiguen a un caballero
disfrazado de lobo para alegrar a su dama
florecen tréboles de cuatro hojas
surtidores y aljibes con olor de malvas y rodaballos
Allí el banquete de volaterías la danza el vino como de ámbar
Aquí arde el verano y también yo pero en mi propia llama
ceremonia de consagración en el último resplandor del sueño
Tu mano borra lo que mi deseo manda
al tiro de la ballesta flecha
y entonces estocada.
un río de iridiscencias rumorosas nos envuelve
La noche es un solo resplandor de hojas y alabastros
La noche es un pifano arrebatado una música que no termina
Allí los perros persiguen a un caballero
disfrazado de lobo para alegrar a su dama
florecen tréboles de cuatro hojas
surtidores y aljibes con olor de malvas y rodaballos
Allí el banquete de volaterías la danza el vino como de ámbar
Aquí arde el verano y también yo pero en mi propia llama
ceremonia de consagración en el último resplandor del sueño
Tu mano borra lo que mi deseo manda
al tiro de la ballesta flecha
y entonces estocada.
Soledad Alvarez nació en Santo Domingo, el 12 de noviembre de 1950. Estudió Filología, con especialidad en Literatura Hispanoamericana, en La Habana, Cuba. Trabajó junto a Manuel Rueda en el suplemento cultural «Isla Abierta», del periódico Hoy. Es autora de De tierra morena vengo (1986) y Vuelo posible (1994) uno de los libros de poesía más originales publicados en la República Dominicana durante los útimos treinta años. También ha publicado La magna patria de Pedro Henríquez Ureña (1980), Ponencias del Congreso Crítico de Literatura Dominicana (1994) y Complicidades (1998)
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