En el vigésimo aniversario de la muerte del escritor cubano.
"Creo que mi madre fue siempre fiel a la infidelidad de mi padre y eligió la castidad. La castidad de mi madre era peor que la de una virgen, porque ella había conocido el placer durante unos meses y luego renunció a él para toda la vida"
Para octubre se espera la versión original en español de la correspondencia del escritor cubano Reinaldo Arenas con Margarita y Jorge Camacho, publicada primero en París por la editorial Actes Sud. Margarita Camacho tuvo la amabilidad de pasar a Lecturas algunos fragmentos de esas cartas.
El libro 'Reinaldo Arenas cartas a Margarita y Jorge Camacho (1967-1990)' es un testimonio excepcional sobre los 23 años que duró la estrecha amistad con los pintores españoles, desde que se conocieron en La Habana a finales de los 60 hasta el suicidio de Arenas en Nueva York en diciembre de 1990.
Las 144 cartas revelan la entrega total de Arenas a la escritura, las batallas para salvar sus manuscritos, hacerse pagar por las editoriales y el desencanto ante el mundo capitalista, así como su infatigable lucha por la libertad de Cuba. Resalta, entre otros aspectos, la furia que sentía ante las posiciones procastristas de Julio Cortázar, Alejo Carpentier y en especial de Gabriel García Márquez.
Actitud apenas natural teniendo en cuenta que Arenas conoció desde muy joven en carne propia el lado oscuro del régimen castrista: trabajos forzados, 2 años de cárcel en la prisión de El Morro, libros censurados, persecución por ser homosexual. Arenas pagó muy caro haber logrado publicar en 1968 en Francia 'Un mundo alucinante', novela que Jorge Camacho logró sacar en secreto de la Isla.
El único equipaje de Arenas cuando llegó en 1980 a EE.UU. entre los 125 mil marielitos que abandonaron Cuba fue un cepillo de dientes. Los policías cubanos visitarán luego a su madre en Holguín para amedrentarla diciéndole que iban a dar con el paradero de su hijo para matarlo por traidor. Pero en 1989, oh sorpresa!, ella va a visitarlo a Miami. La carta en que relata ese encuentro con su madre es particularmente conmovedora. Las palabras, llenas de humor y ternura, revelan una inmensa fuerza de carácter.
"La llevé a caminar por el mundo libre, aunque Miami es un lugar espeluznante (...) Desde luego que entre ella y yo no hay ninguna comunicación de ningún tipo, no sospechó siquiera que mi salud está precaria, y yo desde luego no le dije nada. Ella con sus casi 70 años está bien de salud y yo tenía que ir detrás con una jaba (bolsa) inmensa echando en ella todo lo que comprara, algo así como 200 libras de peso. Si sobreviví a Miami y a mi madre, creo que llegaré hasta el 92; qué horror, ¿tendré que celebrar el descubrimiento de América? Espero que el cielo no me depare esa tortura china".
Reinaldo Arenas se mató un año y medio después. Su carta de adiós terminaba así: "Al pueblo cubano, tanto en el exilio como en la Isla, los exhorto a que sigan luchando por la libertad. Mi mensaje no es un mensaje de derrota, sino de lucha y esperanza. Cuba será libre. Yo ya lo soy".
En estos 20 años, un Castro sustituyó a otro, el Líder Máximo sigue perorando y los cubanos no conocen aún el sabor de la libertad. Por eso algunos podrían concluir en una derrota póstuma del artista. Pero se equivocan. Dos decenios, incluso cinco -que es la edad de la revolución cubana- son un suspiro en la historia. Lo que no pasará nunca son testimonios como esta correspondencia, que constituye una pequeña victoria de la libertad sobre la opresión.
El macho-macho
El humor de Reinaldo Arenas desaparece cuando evoca a ciertos escritores simpatizantes de Castro, en particular García Márquez: "Siempre he escrito estimulado por las furias así que estando allá en Cuba nunca me faltó inspiración. La furia sigue inspirándome, gentes tan hp como García Márquez y compañía no dejan de emitir infamias bien renumeradas desde las capitales democráticas y viajan a Cuba como turistas donde se retratan abrazando al 'Macho-Macho' de espaldas a los campos de concentración, la libreta de racionamiento, las cárceles repletas y los dos millones de cubanos en el exilio" (octubre 1981). Fuente: eltiempo.com
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