La Saeta
¿Quién me presta una escalera para subir al madero,
para quitarle los clavos a Jesús el Nazareno? (saeta popular)
¡Oh, la saeta, el cantar al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz, que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía, que echa flores
al Jesús de la agonía, y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero
sino al que anduvo en la mar!
Proverbios y Cantares
I
Nunca perseguí la gloria, ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción; yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles, como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse de sol y grana,
volar bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.
II
¿Para qué llamar caminos a los surcos del azar?
Todo el que camina anda, como Jesús, sobre el mar.
VII
Yo he visto garras fieras en las pulidas manos;
conozco grajos mélicos y líricos marranos...
El más truhán se lleva la mano al corazón,
y el bruto más espeso se carga de razón.
IX
El hombre, a quien de la rapiña acucia,
de ingénita malicia y natural astucia,
formó la inteligencia y acaparó la tierra.
¡Y aún la verdad proclama! ¡Supremo ardid de guerra!
X
La envidia de la virtud hizo a Caín criminal.
¡Gloria a Caín! Hoy el vicio es lo que se envidia más.
XV
Cantad conmigo en coro: Saber, nada sabemos,
de arcano mar vinimos, a ignota mar iremos...
Y entre dos misterios está el enigma grave;
tres arcas encierra una desconocida llave.
La luz nada ilumina y el sabio nada enseña.
¿Qué dice la palabra? ¿Qué el agua de la peña?
XVI
El hombre es por naturaleza la bestia paradójica,
un animal absurdo que necesita lógica.
Creó de nada un mundo, y su obra terminada,
"ya estoy en el secreto -se dijo-, todo es nada".
XXIII
No extrañéis, dulces amigos, que esté mi frente arrugada;
yo vivo en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas.
XXIX
Caminante, son tus huellas el camino y nada más;
caminante, no hay camino, se hace camino al andar.
Al andar se hace camino, y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino, sino estelas en la mar.
XLI
Bueno es saber que los vasos sirven para beber;
lo malo es que no sabemos para qué sirve la sed.
XLIV
Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar;
pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar.
XLVII
Cuatro cosas tiene el hombre que no sirven en la mar:
ancla, gobernalle y remos, y miedo de naufragar.
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