Murió a la edad de 87 años el abogado y poeta dominicano, Lupo Hernandez Rueda , Premio Nacional de la Literatura del año 1997.
COMO NACIENDO AÚNComo naciendo aún, sin descanso, continuo,interminable,como um río sin bordes, cae, se precipita, ruedacada día dejando su negrura como polvoen mi piel.¡Oh, la
desesperante levedad de mi cuerpo,
mi llama temporal, mi oleaje de polvo!desesperante levedad de mi cuerpo,mi llama temporal, mi oleaje de polvo!
formando cien anillos,
formando labirinto que cubre tus orejas
y rodea tu garganta, y cae
sobre tu espalda, suavemente;
y va rodando
múltiple, innumerable
sobre el incêndio de tu cuello;
pequeño mundo mágico
donde me pierdo encendido.¡Oh, tempo, ven, ocúpame, recórremepor dentro, acógeme en tu océano sucessivo,porque voy por tu herida deshaciéndome,formándome de nuevo,deshaciéndome,hasta que por mí quedes,definitivamente solo!
DEFINICION DEL ARBOL
I
Es natural que el árbol abandone su cuerpo.
Mariposa de tránsito, venturoso existir de la hebra pura,
el árbol que yo canto es una débil llama,
un alma vegetal que se elabora apenas.
Herida por el goce la savia, donde habita,
desnuda la corriente de su madera
toda para que un mar posible de sombras la sitúe.
El árbol sabe entonces,
que la raíz de aire de sus ramas asciende,
sostenida en atinada claridad de sombras,
de otra raíz oculta.
II
Canto el árbol a solas en la sangre,
el árbol que se escapa por la herida del cuerpo.
Canto el árbol azul de la ignorancia
que me recorre entero, árbol de sombras sólo,
de oscuridad exacta.
Canto para cantarme,
para cantar el árbol en que habito,
la dulce morada solitaria del cuerpo que me tiene.
Canto porque deseo, porque quiero vivir,
amar, andar libre, sin peso por el árbol.
III
Cuando ama el árbol se deshace,
huye, proclama su levedad de hojas,
publicación de verdes regalados o canción diluía, deleite de su rama carnal, de su escondrijo de azuladas raíces en espera.
Cuando ama el árbol se diluye en alegre corriente de la madera dulce. Cuando ama el árbol del amor...
Hueco de soledad que te pronuncia a solas, quizás, el árbol del amor duerme en olvido, en apretada soledad más pura. Porque el oro de mi risa no basta para llenar su límite, se abre como un sol para ofrecerse entero cuando ama, el árbol del amor.
IV
Hay almas que no mueren en las hojas del canto aunque no encuentren otra manera posible de escapar, aunque no exista otro refugio, apetecido vaso, ardido recipiente, olorosa unidad de carne viva que ocupe su lugar, su desmedido espacio, porque una muerte existe en cada hoja vacía de substancia, y una huidiza llama.
Hay almas que se pudren en las hojas del cuerpo por su origen oscuro, porque después, pudiendo libertarse, darse a todos, sin interés ni esfuerzo, asumen la condición de pájaros comunes.
Hay almas que se nutren a la sombra de todos con los apetecidos metales de la sangre, de cuantos, humanamente sanos, confiados, se acercan a su espacio para entregarse solos a su gran apetencia.
V
Es posible que el árbol sepa entonces que atado definitivamente al mar de soledad que habita carece de toda libertad para decir las cosas que humanamente vive repitiendo.
Es posible, oh Dios, crecer cada domingo en desmedido arroyo de alabanzas.
Es posible, oh vida, que el árbol de la sangre se derrame y el universo todo de mi isla sea pequeño para su inacabado límite.
Es posible, oh sangre, que dolorosas hebras formulen una noche más honda que la nuestra. Pero también, oh libertad, es posible que el árbol conmovido, tomando agudas fuerzas, -no sé de dónde-, acierte en una furia libertada y con ello motive su justo crecimiento.
VI
Porque las raíces de los árboles todos pululan en lo oscuro, en el vientre crecido de la tierra. Porque una lluvia de hombres se traduce en finísimo polvo, la tierra estará llena de raíces amargas, de inacabados ríos de lágrimas.
La alegría de los frutos, la rosa regalada, la humedad de los huertos, la fiesta de oro de los días alegres ignoran la raíz, su propiedad de abeja, porque la raíz es un árbol de sombras, es un árbol de sombra rodeado de oscuro.
Pero todas las humanas raíces se aúnan en un río de trabajo en la noche completa del árbol. Y la madre de todas, las amorosas madres esperan una muerte, una ola de savia en fruto consumada, su semejante amando, que respire unidad en un río subterráneo interminablemente largo, como una noche más en la noche de todos.
Como Naciendo Aún
A Luis Morales Peña
Como naciendo aún, sin descanso, contínuo, interminable, como un río sin bordes, cae, se precipita, rueda cada día dejando su negrura como polvo en mi piel. ¡Oh, la desesperante levedad de mi cuerpo, mi llama temporal, ni oleaje de polvo! ¡Oh, tiempo, ven, ocúpame, recórreme por dentro, acógeme en tu océano sucesivo, porque voy por tu herida deshaciéndome, formándome de nuevo, dehaciéndome, hasta que por mí quedes, definitivamente solo!
PEQUEÑO MUNDO MAGICO
Con el dios de mil tallos de sus hebras formando cien anillos, formando laberinto que cubre tus orejas y rodea tu garganta, y cae sobre tu espalda, suavemente; y va rodando múltiple, innumerable sobre el incendio de tu cuello el pelo tuyo, pequeño mundo mágico donde me pierdo, encendido.
CUANDO LLEGAN LOS MUERTOS
A Virgilio Díaz Grullón
Cuando llegan los muertos y han llovido sobre ellos muchas lágrimas, cuando sobre sus rostros, alguna vez hermosos, se pasea la noche, y la hierba crece como sus cabellos; cuando llegan innumerables y establecen su asiento bajo el pasto viviente, bajo las catedrales y los árboles, sus cuerpos endurecidos crecen en la inmovilidad, en el umbral de la memoria como un beso, como una moribunda llama. Sólo la sombra de sus vidas queda sobre la tierra, y el deseo y el sueño de los vivos, y el Tiempo que ni muere ni padece, y la sedienta Muerte como de una cuerda tirando de nosotros.
Lupo Hernandez Rueda nació en Santo Domingo el 29 de julio de 1930.
Poeta, ensayista, abogado y profesor universitario. Se graduó de Doctor en Derecho de la Universidad de Santo Domingo. Además, realizó estudios de postgrado en Derecho Laboral comparado en Italia, Suiza y España. Dirigió la Escuela de Relaciones Laborales de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña y la Asociación Dominicana de Derecho del Trabajo y de Seguridad Social. Obtuvo el premio Nacional de Poesía en cinco ocasiones, a saber el dominicano que mayor cantidad de veces ha obtenido este importantísimo galardón. En 1980 recibió el Premio Nacional de Ensayo por su obra La generación del 48 en la literatura dominicana, y en 1997 el codiciado Premio Nacional de Literatura por su valiosa trayectoria en las letras dominicanas.
Entre sus obras literarias más conocidas podemos señalar Como Naciendo Aún (Premio Nacional de Poesía 1960), Santo Domingo Vertical, Del Tamaño del Tiempo (Premio Nacional de Poesía 1979), Muerte y Memoria (Premio Nacional de Poesía 1963), Crónica del Sur, La Generación del 48 en la Literatura Dominicana (Premio Nacional de Ensayo 1980), Cuanza (Premio Nacional de Poesía 1984), Con el Pecho Alumbrado (Premio Nacional de Poesía 1988), Por el Mar de Tus Ojos y la Antología La ciudad y el amor ( que lo incluye a él, a Marcio Veloz Maggiolo, a Tony Raful y a Tomás Castro Burdiez) la cual se puede conseguir gratuitamente en la internet. Y en lo jurídico ha producido importantes otras como Jurisprudencia de trabajo, Nociones de Derecho de Trabajo y La seguridad social en Santo Domingo entre muchos títulos más
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