10 de junio de 2010

Libro de Angelita Trujillo: Una Porqueria





Ponencia del Dr. Roberto Cassá, en el conversatorio sobre el libro "Trujillo, mi padre en mis memorias" de Angelita Trujillo. 1ra parte










“Parto de la premisa de que el libro no es “de Angelita”, sino una obra colectiva, en la cual se ha pretendido validar el trujillato con idénticos argumentos y procedimientos que los utilizados en su momento por los alabarderos del régimen.”


Carece de importancia quiénes han sido los autores de esta obra, puesto que al parecer participaron movidos por el interés mercurial.
Lo interesante es que han aunado esfuerzos en el propósito para presentarse como la emanación actual del discurso despótico.

De paso, cabe constatar la indigencia intelectual de esta capillita trujillista, que hace presencia en un libro muy mal escrito, plagado de faltas ortográficas, disparatoso, carente de todo ingrediente intelectual y de cualquier consistencia expositiva. Posiblemente estos señores han llegado a la conclusión de que el ordenamiento democrático vigente ha dado muestras de tal grado de incapacidad que hace creíble que se reproduzca al pie de la letra el discurso ideológico de antaño. A pesar de la indignación que suscita la intención malévola que guía este libelo de manchar las reputaciones de los antitrujillistas, en seguimiento de los moldes del discurso de la Era, no se le puede evaluar de manera emotiva, puesto que lo que requiere es de una refutación política. En el meollo del asunto, lo que está en juego es desmontar el supuesto balance favorable a la tiranía de los treinta y un años, que según ellos se define no más que por sus magnas realizaciones materiales.


Ante sus seudo-argumentos del “libro de Angelina”, puesto que no trae nada nuevo, lo que queda es reiterar posturas que asumieron los antitrujillistas en sus luchas por la libertad. La “importancia” es del todo punto insustancial porque está hecho en pura clave retrospectiva. El libro parece estar escrito en 1961, como si el tiempo de la historia se hubiese detenido y la verdad horrorosa del esquema trujillista de dominación no se hubiese hecho inconcusa. Aquí se encuentra, por lo demás, una señal de uno de los rasgos de la elaboración ideológica del trujillato, que fue la alteración flagrante de la realidad de las cosas. La mentira hiriente se renueva en la tónica dominante de este libro, que intenta pasar por alto los charcos de sangre que dejó detrás de sí la larga noche del terror de Chapita.


A la luz del tiempo presente, esta operación adolece de falta de eficacia. El solo hecho de que estemos congregados aquí para cada quien expresar sus criterios de manera libre delata un progreso histórico que inutiliza los alegatos contenidos en el libro. Bajo el trujillato la mínima disidencia conllevaba muerte, tortura o exilio. El hecho de que todavía tengamos que afrontar este debate tiene una causa: Tras el ajusticiamiento del tirano no hubo una drástica solución de continuidad y no se ajustaron cuentas con los criminales materiales e intelectuales. De todas maneras qué bueno que este adefesio de libraco pueda circular, porque nos ayuda a ratificar el develamiento de las matrices ominosas del trujillismo.

Visto el contenido del libro, no es solo desfasado, sino sobre todo resulta infamante sin apelación. Por tal motivo, carece de objeto discurrir acerca de sus afirmaciones, todas cargadas de una perversidad inaudita. Nada lo hace merecedor de un debate historiográfico especializado o de una ponderación profesional como fuente. El libro destila mierda, es el peor desecho que puede emanar del ser humano, en este caso un excremento de un concierto de individuos que, desde sus antepasados legitimadores de la mentira y el crimen, perdieron la honra y, por ende, el atributo de la humanidad bien entendida. Solo hay que ver cuánta infamia recorre sus pestilentes páginas, cuando asevera mentiras flagrantes para traspasar los crímenes del tirano a otros. Es el caso de la trama fantasiosa para exculpar al inefable “papá” del crimen de las hermanas Mirabal, hecho que no puede negarse y que tiene que ser recogido por el espíritu malicioso como procedimiento para obviar miles de crímenes y de pasada y a conveniencia endilgar a otros algunos de ellos.

Fuente: Archivo General de La Nacion

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