28 de agosto de 2015

Elogio de los senos caídos



Antes de que los senos crecieran en los quirófanos y de que la ciencia los alzara, los juntara o los inflara con silicona, algunos poetas de la antigüedad dedicaron versos y epigramas al amor otoñal y hasta realzaron con palabras lo que los cirujanos de la época no sabían levantar.


Por: Alberto Medina López. El Espectador, Colombia.

Pablo el Silenciario, cuyo trabajo consistía en mantener el silencio del palacio en la era del emperador Justiniano, dedicó parte de su edad adulta a elogiar la voluptuosidad de las mujeres maduras y a gozar de sus senos caídos. “Tus arrugas, Filina, valen más que la savia de cualquier juventud, y en cuanto a mí, estoy más ávido de tener en mis manos tus manzanas, que cuelgan con las puntas hacia abajo, que los senos bien erguidos de una mujer todavía en joven edad”.
Esos cantos, escritos en los albores del cristianismo, eran una verdadera revolución frente a los paganos griegos y romanos que solo veían belleza y atractivo sexual en las mujeres jóvenes.
Rufino, otro de los grandes escritores de la antigüedad, supo pintar a una mujer con juveniles atributos, “terso cuello de mármol, pechos de esplendoroso fulgor”, para luego sorprender en el mismo escrito con que se trataba de una bella dama con canas: “Si ya entre tu pelo, acá y allá, algunas espinas resaltan, no prestaré yo atención a esas blancas vetas. Aún no ha extinguido el tiempo tu belleza”. Agatías, autor de epigramas y sonetos eróticos, rindió tributo a la belleza de la mujer, sin importar el peso de los años: “La esbelta Melité, al fin de una larga vejez, no había perdido nada de esa gracia que viene de la juventud”.
Pero ni Pablo ni Agatías ni Rufino fueron precursores en materia de elogios a la mujer madura. Filodemo de Gadara, un par de siglos antes, dedicó algunos de sus epigramas a una dama de sesenta años. “Conserva sus largas ondas de cabello negro y en su pecho los senos de mármol yerguen aún sus puntas sin que prenda alguna los aprisione; la piel, que no marchita arruga alguna, destila ambrosía como siempre”.
Lo que sí hay que reconocer, y lo dicen los estudiosos del erotismo literario, es que los poetas de la antigüedad pusieron por primera vez a las matronas en la cumbre de la belleza y celebraron, sin tapujos, sus encantos.
“Tu fin de otoño es superior a la primavera de otra y tu invierno más cálido que su verano”, escribió Pablo el Silenciario en una clara alusión al decaimiento del cuerpo en contraste con el engrandecimiento del amor.

25 de agosto de 2015

Los Versos del Capitán



EN TI LA TIERRA


Pequeña
rosa,
rosa pequeña,
a veces,
diminuta y desnuda,
parece
que en una mano mía
cabes,
que así voy a cerrarte
y a llevarte a mi boca,
pero
de pronto
mis pies tocan tus pies y mi boca tus labios,
has crecido,
suben tus hombros como dos colinas,
tus pechos se pasean por mi pecho,
mi brazo alcanza apenas a rodear la delgada
línea de luna nueva que tiene tu cintura:
en el amor como agua de mar te has desatado:
mido apenas los ojos más extensos del cielo
y me inclino a tu boca para besar la tierra.



BELLA

Bella 
como en la piedra fresca
del manantial, el agua
abre un ancho relámpago de espuma,
así es la sonrisa en tu rostro,
bella.
Bella,
de finas manos y delgados pies
como un caballito de plata,
andando, flor del mundo,
así te veo,
bella.
Bella,
con un nido de cobre enmarañado
en tu cabeza, un nido
color de miel sombría
donde mi corazón arde y reposa,
bella.
Bella,
no te caben los ojos en la cara,
no te caben los ojos en la tierra.
Hay países, hay ríos
en tus ojos,
mi patria está en tus ojos,
yo camino por ellos,
ellos dan luz al mundo
por donde yo camino,
bella.
Bella,
tus senos son como dos panes hechos
de tierra cereal y luna de oro,
bella.
Bella,
tu cintura
la hizo mi brazo como un río cuando
pasó mil años por tu dulce cuerpo,
bella.
Bella,
no hay nada como tus caderas,
tal vez la tierra tiene
en algún sitio oculto
la curva y el aroma de tu cuerpo,
tal vez en algún sitio,
bella.
Bella, mi bella,
tu voz, tu piel, tus uñas
bella, mi bella,
tu ser, tu luz, tu sombra,
bella,
todo eso es mío, bella,
todo eso es mío, mía,
cuando andas o reposas,
cuando cantas o duermes,
cuando sufres o sueñas,
siempre,
cuando estás cerca o lejos,
siempre,
eres mía, mi bella,
siempre.


Pablo Neruda

Poetas y Escritores Arabes.

Escritores y poetas árabes famosos que debes conocer. En la vasta y rica historia de la literatura árabe, muchos escritores y poetas han dej...